En este blog...

...Conocerás las biografías de los artistas y descubrirás datos curiosos que esconden las obras.
Apreciarás cómo el conocimiento de ciertos aspectos teóricos facilitan la interpretación de una obra.
Podrás relacionar la pintura con la música y la poesía, la expresión plástica y la escritura personal: todas actividades que te ayudarán a percibir con claridad lo que sientes y así desarrollar tu inteligencia emocional.
Entonces, comprenderás por experiencia propia, que además de talento, el arte es oficio, y que se aprende permanentemente.
¡Te invito a recorrerlo!

sábado, 5 de junio de 2021

Bodegones invertidos, de Giuseppe Arcimboldo.

 Así lo que a simple vista parece un bodegón de frutas y verduras colocadas en una cazuela se transforma en el retrato de un grosero personajes si lo giramos 180 grados.

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Como toda la obra Arcimboldo, tan atrevida para su época, estos bodegones invertidos no fueron considerados más que mera pintura curiosa. No sería hasta principios del s. XX cuando su obra fue reconocida en toda su dimensión convirtiéndose en fuente de inspiración de artistas como Salvador Dalí.

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domingo, 23 de mayo de 2021

Javier Mariscal, artista visual.

 


Pintor, diseñador, dibujante de cómics… trabaja en todo tipo de soportes y disciplinas artísticas: diseño gráfico, paisajismo, pintura, escultura, Ilustración, animación, diseño de producto, diseño de interiores, multimedia; sin dejar de traicionar nunca su identidad de dibujante.

sábado, 22 de mayo de 2021

Músico y Artista Visual argentino. Zeta Yeyati.

 


Zeta Yeyati, músico y artista visual argentino.

Dediqué  la mitad de mi vida a ser saxofonista y a la par siempre hice cosas con las manos, desde chico trabajaba el alambre y dibujaba. Toqué el saxo durante 20 años en la Mississippi Blues Band y luego fui y soy parte de Babel Orkesta, una compañía músico teatral.

Me encantaba y aun me encanta, ir a los museos. Me sigo sorprendiendo con mis artistas favoritos. Antonio Berni, sobre todo, es mi inspiración.

También me interesan los trabajos de Diana Aisenberg, León Ferrari, Gyula Kosiche y otros artistas del Movimiento Madí, del ceramista Leo Tavella y el arte cinético de Julio Le Parc.

El arte en cualquiera de sus variantes es una forma de vivir, de existir. Es parte de una filosofía vital.

Me formé en los talleres de los maestros Antonio Pujía, Pablo Amoedo, Omar Gasparini, Victor Chab, Diana Aissember, Jorge Argento, Jorge Sarrible, Gustavo Charif, León Ferrari  y también en el Instituto Municipal de Cerámica de Avellaneda “Emilio Villafañe”.

Cada vez que me pongo a trabajar, imagino que es posible otorgar una nueva vida a un objeto marginado, resignificar su permanencia entre nosotros, evitar que siga su camino al basural. Por eso, acumulo estos tesoros relegados y al utilizarlos es como si hallara en ellos una esperanza.

Cada obra comienza mucho antes del momento de su realización, cuando recorro mis ferias preferidas, donde tengo mis “dealers” de objetos, que me guardan lo que piensan me pueda interesar, ojos de muñecas, lupas, marcos de portarretratos, zapatitos antiguos de niños, etc..

Fragmentos de maderas, marcos de cuadros antiguos, herrajes sofisticados, discos telefónicos, timbres de hotel y trozos de afiches publicitarios son el punto de partida de mis universos plástico – poéticos.

Realicé y realizo numerosas exposiciones individuales y colectivas en Buenos Aires y en el interior y exterior del país. También realizo talleres de reciclaje en el arte plástico.

Desde 1996 hasta hoy no dejo de generar espacios y maneras de mostrar mi trabajo.

En este contexto de pandemia, tengo mi galería en mi casa /taller. Construí una galería a puertas cerradas.

 

domingo, 9 de mayo de 2021

Naturaleza Muerta, Rufino Tamayo.

 

 

El tema que trata es la vida cotidiana, que  estuvo inmersa desde su infancia en el mercado de La Merced, donde seguramente probó las formas, los colores y los sabores de la fruta y sobre todo de la sandía, de tan lozana textura y colorido más se percibe como naturaleza viva de soberbia calidad pictórica. 

La obra que no muere ni en el tiempo ni en el espacio, como lo mencionó André Breton, brota del cuadro una frescura ingenua de tan directa.  En una búsqueda que nos lleva a la naturaleza sagrada, el dibujo queda sublimado ante el color que hace de sus repetidas formas cualidades emotivas. 

La pintura de Tamayo tiene una religiosidad que permanece velada por la razón y la sensibilidad que no atiende a las exigencias del pensamiento contemporáneo. También Tamayo considera que su pintura es realista porque las formas de los objetos que representa son concretos y también porque plasma las angustias y las alegrías del momento. 

Todo en esta obra es instinto y sensualidad puesto que está íntimamente ligada a la materia y  hace de nuestro tacto y los demás sentidos una invitación al goce estético. Esta obra atrae y mantiene a distancia al espectador que además provoca algo así como un apetito visual, como nos lo hace saber Octavio Paz. 

Cada elemento del cuadro es un fruto terso y palpable de colores y formas que se extienden en un espacio, pero ese espacio está vivo y nos representa frutos en un frutero y sobre una mesa y dos botellas de vino junto a una copa que nos embriaga de contemplación sublime. En esta pintura se somete el objeto por sus propiedades plásticas: su relación entre colores, líneas y volúmenes de afinidad natural, y las riquezas luminosas de su obra.